“Sólo en la agonía de despedirnos somos capaces de comprender la profundidad de nuestro amor” George Eliot
Uno de los temas predilectos del ser humano es el amor (inserte suspiro), tema de conversación al momento del café o cuando nos reunimos con nuestras amistades para disfrutar de un buen vino. Y también un tema recurrente en terapia.
Y vivieron felices para siempre.
Cuántas veces no hemos leído o escuchado esa frase, esa promesa eterna donde los protagonistas de la más bella historia de amor vivirán por siempre enamorados, y claro, a quién no le gusta un buen final, sobre todo feliz donde se logra ser amado.
Estamos expuestos a un sinfín de estímulos que hablan del amor: novelas, canciones, películas, cuentos de hadas, libros, etc.; vivimos en la constante búsqueda de aquel valor inmaculado, inquebrantable, incondicional, que pareciera que sólo se puede dar a través del otro.
Todos tenemos la capacidad de amar, todos somos merecedores de amor, sin embargo, muchas veces confundimos el amor con el enamoramiento, la felicidad, la pasión, con la necesidad de sentir o dar protección, el placer, el control, la costumbre, la euforia, el coqueteo, celos, entre otras.
Alejandro Corchs recalca que “gran parte de nuestra confusión deriva de la creencia de que el amor es la fuerza que nos une solo a lo que nos gusta, a lo que nos agrada de nosotros mismos y de los demás”.
En el ámbito de las relaciones afectivas, el amor romántico está lleno de mitos, de expectativas y promesas, de creencias generalizadas, de constructos sociales y culturales de cómo se tiene que vivir y ser el amor, esto influye en nuestros actos al relacionarnos con el objeto deseado, con el individuo a amar.
Mitos sobre el amor romántico.
A continuación, se presentan algunos mitos o creencias generalizadas sobre el amor en pareja, que interiorizamos en su mayoría de forma inconsciente:
- Si no hay pasión, no hay amor.
- Mi pareja me hace feliz.
- Si se acaba la relación me muero.
- Sólo se ama una vez/ solo hay un amor verdadero.
- Sin ti no soy nada / mi vida no tiene sentido sin ti.
- Eres mío, mía. Me perteneces.
- Es mi alma gemela/ mi media naranja/ estamos destinados.
- Si me cela, me ama.
- El amor todo lo puede, todo lo aguanta.
- Las personas cambian por amor.
- El amor es para siempre y es suficiente.
- El amor conduce al matrimonio.
- La pareja como remedio de todos los males y carencias afectivas.
- No hay amor verdadero sin sufrimiento.
¿Por qué sufrimos por amor?
Cuando nos instalamos en una relación con un tumulto de creencias respecto al amor, y de cómo tiene que ser y responder la pareja, al no cumplirse estas expectativas, nos sentimos frustrados, abatidos, desilusionados, tristes, enojados, insatisfechos, con sentimiento de fracaso, por lo tanto, sufrimos.
Nadie quiere sufrir, nadie quiere sentir dolor, pero, elegir estar en una relación nos hace partidarios al dolor “todo tiene un límite, y algún día perderemos a la pareja y vendrá el dolor: con la muerte, con el divorcio, con el desencuentro… sin apertura al dolor, no hay pareja, ni intimidad, ni vínculos significativos” (Joan Garriga, Psicólogo Humanista y terapeuta Gestalt).
De esta forma, aceptando la posibilidad de que el dolor forma parte del amor, iremos dejando atrás las expectativas e idealizaciones sobre el amor. Si queremos evitar el sufrimiento y el dolor, tendríamos que ser seres desvinculados con todo aquello que nos rodea.
El sufrimiento es una respuesta inducida principalmente por el dolor, el miedo, la angustia, el estrés o la amenaza de vernos ante la posibilidad de perder a nuestros seres queridos, objetos afectivos o significativos. Sumando la percepción de carencia de recursos propios para sobrellevar tal amenaza, poniéndo a prueba nuestra estima.
Otra situación sobre el sufrimiento y el amor es el problema de enfocarnos en encontrar quien nos ame, encajar en los ideales de esa persona especial, en lugar de desarrollar nuestra propia capacidad de amar.
Garriga (2013) señala que nuestra capacidad de amarnos y valorarnos a nosotros mismos se pone a prueba cuando experimentamos la ruptura de una relación o bien, cuando nuestra pareja deja de elegirnos y deja de amarnos.
Es importante ser conscientes de que cada uno de nosotros tiene un valor propio que es independiente al valor que nos atribuya o no el otro, por el simple hecho de ser quienes somos, de existir.
Corchs, A. (2011). Trece preguntas al amor. Vergara.
Garriga, J. (2013). El buen amor en la pareja. Paidós.
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