La necesidad humana de decir adiós

La necesidad humana de decir adiós

“Todo aquello que amamos nos lo pueden arrebatar; lo que no nos pueden quitar es nuestro poder de elegir qué actitud asumir ante estos acontecimientos”
Viktor E. Frankl

A lo largo de su vida, el ser humano está destinado a vivir un sinfín de pérdidas, desde su nacimiento como primera experiencia de separación, hasta vivir su propia muerte o despedirse de sus seres queridos.

 

¿Nos despedimos sólo ante la muerte?

La muerte de un ser querido no es la única pérdida significativa que experimentamos durante nuestra vida, también perdemos amistades, parejas, empleos, juventud, ilusiones, proyectos, pertenencias, salud, capacidades.

Se pierde todo aquello que tenga un valor, real o simbólico, y que nos vemos ante la amenaza de separarnos y despedirnos. Esto da lugar a distintas emociones, principalmente al dolor, como respuesta natural de nuestra condición humana.

 

El dolor por la pérdida

Decir adiós duele, sin embargo, es de suma importancia despedirnos para dar resolución al duelo – respuesta de adaptación ante el dolor de las pérdidas, es una experiencia individual, subjetiva, universal, natural, que implica tiempo, y es portadora de crecimiento y resiliencia-.

Sentimos dolor, frustración, enojo, desesperanza, angustia, culpa, entre otras emociones, ante la fatídica idea de perder y separarnos de aquello que en algún momento nos brindaba seguridad, paz, alegría, ilusión.

El escritor uruguayo y terapeuta en tanatología Alejandro Corchs, reflexiona que ante las pérdidas tenemos dos caminos: 

  • Huir del dolor, siendo conscientes que es algo que llevamos dentro y que tarde o temprano debemos enfrentarnos a ello.
  • O bien, quedarnos, aceptar la pérdida, y dar paso al crecimiento.

Despedirse

Decir adiós no significa que tengamos que resignarnos ante lo sucedido o darle entrada al olvido, al contrario, despedirse implica recordar y aprender a vivir con la ausencia, a adaptarnos y cultivar el sano recuerdo.

Alba Payás propone que las personas en proceso de duelo “pueden despedirse de una parte de la relación, de esa parte que ya no estará nunca más, y no despedirse de la parte que siempre llevarán en sus corazones y que necesitan tener presentes”.

Por ejemplo, cuando un niño termina la escuela, se despide de sus compañeros, de sus maestros, de su salón, de los lugares donde disfrutaba el recreo; quedando en su memoria y en el corazón las vivencias, los aprendizajes, las risas y los juegos.

El acto de despedirnos mediante rituales o ceremonias de despedida abre paso al conocimiento, al crecimiento, a transformarnos, a la posibilidad de tener nuevos comienzos, a descubrir nuevas formas de amar, a volvernos más humanos y a encontrar nuevos significados.  

 

¿Y cómo decimos adiós?

Todo aquel acto simbólico que nos ayude a expresar nuestras emociones ante una pérdida es considerado ritual o ceremonia de despedida y tienen como función aminorar el dolor, hacer consciente la realidad de la pérdida, así como dignificar o darle un nuevo valor a lo que hemos vivido.

Nos despedimos con un abrazo, un gesto, una ceremonia religiosa, a través de cartas, llamadas, salimos de viaje, cambiamos de estilo, nos volvemos a plantear metas, nos damos el tiempo necesario para sanar.

 

En conclusión, decimos adiós a lo que no puede ser más, a personas, situaciones, comportamientos y aprendemos a vivir con la ausencia, atesorando, honrando y agradeciendo lo que fue para dar paso a lo que viene, al crecimiento.

 

Corchs, A. (2011). Trece preguntas al amor. Vergara

Payás, A. (2014). El mensaje de las lágrimas. Paidós

 

 

 

GRACIAS POR LEERNOS ​

Soy licenciada en psicología por la Universidad Autónoma de Baja California, con maestría en tanatología por CUT Universidad de Tijuana. Tengo experiencia en atención psicológica, voluntariado y acompañamiento tanatologico en asociación civil Cuidados Paliativos. Mi propósito como profesional de salud emocional es acompañarte a descubrir el potencial que posees para desarrollar tu crecimiento personal.